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Un robot social para adolescentes hospitalizados
Albi es un robot que acompaña a los adolescentes hospitalizados, mide sus niveles de presión arterial y temperatura y hasta les da consejos. Todavía no tiene forma física, pero sus creadores están haciendo un prototipo para presentarlo en noviembre, en la International Conference on Social Robotics, en Tsukuba, Japón.
En este equipo multidisciplinario de jóvenes peruanos participa Sara La Torre, egresada de la Carrera de Psicología de la Universidad de Lima.
¿Cómo empezó este proyecto?
Fui convocada cuando el equipo ya estaba formado, con dos diseñadores industriales y dos ingenieros mecatrónicos. Desde un inicio, el objetivo era relacionar salud con robótica.
¿Qué funciones cumple el robot?
Albi es un robot social que interactúa con las personas y almacena la información que se le da. Está pensado para interactuar con adolescentes hospitalizados; una parte de sus tareas consiste en monitorear presión arterial, temperatura y otros signos vitales. Esto, a través de una pulsera inteligente que lleva el paciente, que al detectar algún problema de salud envía un mensaje a la computadora de las enfermeras. Pero, además, Albi es una especie de amigo, un consejero que orienta y da consejos. Tiene un poquito más de treinta centímetros de altura.
¿En qué sentido es un consejero?
Todavía no se ha desarrollado, estamos haciendo el prototipo, pero la idea es que brinde soporte emocional. Recibirá información de los pacientes y generará una data, y a partir de ahí dará consejos.
¿Es inteligencia artificial?
Sí. Se alimenta de la información que le damos y crea una memoria colectiva para actuar de manera independiente.
¿Cómo se lleva a cabo la comunicación?
Albi y el adolescente interactúan a partir de señas y con palabras. Estará conectado a un sistema que tiene acceso a Google. Puede responder cómo está el clima, pero además vamos a introducir consejos.
¿En qué parte del proyecto se encuentran ahora?
El estatus, ahora, está en una idea; estamos en el proceso de dar ideas, de ver qué sirve y qué no. Con el objetivo de recibir feedback internacional, participamos en un concurso que forma parte de la International Conference on Social Robotics. Quedamos finalistas y viajaremos a Tsukuba, Japón, para presentar el robot en la conferencia, que se llevará a cabo del 22 al 24 de noviembre. Una chica del equipo ya ha participado en este concurso anteriormente y ganó la competencia, con su equipo anterior.
¿Qué harán en Japón?
Presentaremos a Albi ante un jurado. Los jueces debaten y eligen los primeros puestos. No hay un premio para el equipo ganador, solo un diploma. Más que nada, se trata de una experiencia académica, de investigación. Además, es una oportunidad grande de tener visibilidad.
¿Qué pensaste cuando te convocaron para este proyecto?
Que era algo increíble en mi vida.
¿Y por qué se han enfocado en adolescentes hospitalizados?
En este caso influyó el backup que yo tengo, pues soy psicóloga y he trabajado con pacientes con cáncer. Decidimos que el robot atendiera a adolescentes con cáncer, pero luego pensamos en extenderlo a adolescentes hospitalizados.
¿Han conocido otros proyectos similares?
Para crear a Albi, hemos visto otros robots sociales. Algunos trabajan con niños autistas o pacientes hospitalizados. El mundo de la robótica se está desarrollando bastante y los robots sociales cumplen distintas misiones, incluso algunos son robots de compañía. Pero así como Albi no hemos visto.
¿Qué haces aparte de este proyecto?
Me dedico a la investigación. Siempre he trabajado como independiente. También hago diseño. Un diseñador en el campo de la psicología es alguien que estudia la relación de las personas con los objetos. Una empresa que detecta el problema de que un producto o servicio no se adapta a las necesidades de las personas contrata a un diseñador para estudiar qué sucede. Ese campo no se ha desarrollado mucho en nuestro país todavía.
Te ayudan mucho tus conocimientos de psicóloga en este campo…
Tener ese backup es muy valioso. Pero, además, participar en equipos multidisciplinarios para hacer diseño, tener la experiencia de empatizar con las personas, sin juzgar, entablar un diálogo con otras personas que tienen otros conocimientos y hacer un análisis a partir de eso, es enriquecedor. En un equipo de diseño todos nos retroalimentamos y aprendemos de los demás.
¿Qué tal estudiante fuiste en la Universidad de Lima?
Como alumna, aprendí a valorar el trabajo de mis profesores y el acercamiento que tuvieron conmigo. Es de verdad un privilegio estudiar en una universidad como esta, que te da herramientas y te acompaña en tu desarrollo y evolución. A esto se suma la infraestructura necesaria, como una biblioteca impresionante, muy bien equipada. Valoro mucho todo lo que viví en la Universidad de Lima; por eso, en cuanto salimos finalistas en este concurso, compartí la noticia con mis profesores.