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Viajera que deja huella
Hace 17 años Sonaly Tuesta emprendió la aventura de conducir el programa televisivo Costumbres, y comenzó a viajar por el Perú para mostrarnos una gran cantidad de pueblos, personas, ritos, comidas y paisajes.
Se convirtió así en una viajera curiosa, alegre, amable y respetuosa que nos ha permitido conocer más del Perú. Egresada de la Carrera de Comunicación de la Universidad de Lima, nada la detiene, ni siquiera la enfermedad que la atacó el año pasado y la llevó a cuidados intensivos. Fortalecida y agradecida, Sonaly comparte ahora sus experiencias con nosotros.
¿Cómo fueron tus inicios como periodista?
Trabajé en el área de producción de un programa para niños en Villa El Salvador. Pero, como periodista, me inicié en el diario El Mundo como redactora de la sección Ciudad.
¿Qué hizo que te dedicaras al turismo?
En El Mundo cubría temas locales, cortos, pero mi interés era contar historias largas. Un día hice una nota sobre las fiestas de los migrantes en Lima, gustó y se creó la página de folclor, donde publicaba este tipo de artículos y también crónicas relacionadas con el turismo y la historia. Luego pasé a la página de turismo en el diario El Sol, donde presenté un proyecto de suplemento que hablara del Perú a través de la gente. Lo llamé Costumbres, pero nunca salió.
Esa fue la semilla de tu programa…
Exacto. Yo presenté un proyecto televisivo con la idea de que otra persona lo condujera, porque a mí me daba miedo salir en pantalla, no me gustaba la idea de trabajar en televisión, pero terminé conduciéndolo yo. Más adelante entendí que era un tema que me importaba bastante y que mucha gente podía ver esa información que yo recogía, entonces acepté la idea. Hice algunas ediciones en UHF, en el canal 57, y de pronto el programa se cerró. Posteriormente, Alejandro Sakuda, quien ha sido una inspiración en mi carrera, me llamó; le mostré mi programa, le gustó y salió al aire el 25 de julio del año 2000, por canal 7.
Finalmente te sirvieron los cursos de televisión en la Universidad de Lima...
Por supuesto [risas]. Hay cosas que tenemos que aprender porque son parte de nuestra formación, y eso les digo a mis hijos. Todos esos cursos sobre problemática nacional, interculturalidad y de análisis me han servido muchísimo. Obviamente, también mi curso de televisión. Yo estudié becada y me esforcé en pasar bien el curso de TV, porque no quería perder la beca, y no lo hice, y el curso me sirvió en mi carrera.
¿Qué ha significado para ti dedicarte tantos años a tu programa?
Ha significado un cambio en mi vida. Es un privilegio hacer lo que a uno le gusta y, a partir de eso, tener tanta repercusión. Siento que soy mejor persona, que he aprendido un montón y ahora conozco mucho de mi país y de la gente.
De todos los lugares que has visitado, ¿hay alguno que te haya impactado más?
Es imposible decir cuál me gusta más. Cuando empecé el programa tenía un mapa geográfico del Perú sin rostros, pero ahora mi mapa del Perú tiene los rostros de la gente que he conocido.
¿Cómo es tu relación con las personas que conoces en distintos lugares?
Horizontal y abierta. Me invitan su comida y yo acepto con gusto. También tienen sus reglas: a veces me dicen que no podemos grabar un ritual, y yo respeto su costumbre. Llego hasta donde la gente me deja llegar.
Cuéntanos sobre el problema de salud que tuviste el año pasado.
Comencé con síntomas bastante comunes de resfrío, pero después se fueron agravando. Cuatro días después de que me internaron, me hicieron toda clase de pruebas y no descubrían qué era. Yo estaba preocupada por salir y seguir con mi trabajo, con mi vida, mi familia. Un día desperté y me vi rodeada de médicos, y uno de ellos, que es mi amigo, me dijo: “Sonaly, es grave, tienes que entrar a cuidados intensivos hoy”. Quedé destrozada, pensé que eso equivalía a morir. No recuerdo nada de mi etapa en cuidados intensivos, estuve como nueve días en coma. Cuando desperté, solo quería ir a casa.
Tuviste un gran respaldo de toda la gente...
Sí, fue conmovedor. Mi hijo me dijo: “Mamá, tienes que saber todo lo que dice la gente de ti”. Me di cuenta de que todo lo que había hecho antes, el hecho de comprometerme con el trabajo e incluso postergar ciertas cosas para hacer mi trabajo, había servido de algo. A veces me encuentro con personas que nunca he visto y se alegran de que me haya recuperado, me dicen que han rezado por mí. Eso ha marcado mi vida y a mi familia. Nunca dejaré de agradecer a la gente.
¿Has rescatado algún aprendizaje de toda esta etapa?
Antes de enfermarme me decía que era invencible. Sentía que no me iba a pasar nada, pero luego me di cuenta de que soy vulnerable, de que puedo morir. Por eso es tan importante prevenir, decir a la gente que se informe. Ahora mismo estoy en una campaña de información sobre la meningitis, una enfermedad mortal que deja secuelas terribles y que se puede prevenir con la vacunación.
¿Qué nuevos planes tienes en mente?
Voy a retomar los viajes con turistas, para enseñar a la gente lo que yo conozco. Antes hacía un taller de cultura viva, una clase teórica sobre lo que vas a encontrar y a ver en los viajes, para que sepan qué preguntar y se adapten mejor. Me gustaría retomarlo. También estoy escribiendo un libro sobre mi etapa de enfermedad. Va a cerrar este ciclo y quedará como testimonio, no de mi mal, sino de la solidaridad de las personas y mi agradecimiento a todos los que me acompañaron en este camino.