Es uno de los más reputados analistas financieros a nivel global. Gran parte de su trabajo consiste en viajar, pues se reúne con autoridades de diferentes partes del mundo en política económica y también con su equipo de trabajo conformado por setenta personas de trece países.
Luis Oganes, economista por la Universidad de Lima, se desempeña como jefe de Investigación de Monedas, Materias Primas y Mercados Emergentes en J. P. Morgan. Sus responsabilidades administrativas no le han impedido seguir realizando análisis e investigación, algo que disfruta mucho.
¿Cómo ha sido tu carrera en J. P. Morgan?
Empecé como economista trabajando en la región andina. Estuve a cargo de América Latina, luego de mercados emergentes y, más recientemente, se incluyeron en mi portafolio responsabilidades en temas de materias primas. Eso implicó que cada vez me reportara más gente. Ahora me reportan setenta personas desde trece países. Uno de los retos en esta posición es, sin duda, el manejo de recursos humanos, porque uno se convierte en un mentor y necesita conocer a cada uno, personalmente, ocuparse de su promoción profesional, entrenamiento y compensación. Yo siempre quise resistirme a convertirme únicamente en manager, quería mantenerme como investigador, que es lo que más me gusta y para lo que me formé, así que combino ambas tareas. Obviamente, ya no hago los cálculos yo mismo y no aplico econometría, pero me involucro en el análisis, modero y lidero muchas discusiones. Me siento cómodo monitoreando y entendiendo qué pasa con la economía en el mundo y con los mercados.
Viajas mucho por tu trabajo.
En efecto, paso entre treinta y cuarenta por ciento de mi tiempo en un avión [risas]. De hecho, parte de mi trabajo consiste en viajar por el mundo y tener una impresión de primera mano sobre lo que hacen los gobiernos en materia de política fiscal y política monetaria. En esos viajes, siempre trato de reunirme con las autoridades económicas de los bancos centrales, no necesariamente con el ministro de Economía ni con el gobernador, pero sí con sus equipos, para escuchar qué piensan, qué hacen y para conocer sus expectativas. Eso me permite ver si están capturando las necesidades del mercado, escuchar el diagnóstico que hacen de sus propias economías y saber si justifica que bajen o suban su tasa de interés, lo cual no van a decirme explícitamente, pero a partir de la conversación es posible prever sus siguientes acciones en política monetaria. Esto es muy importante, porque parte del trabajo que hacemos en J. P. Morgan consiste en proyectar lo que van a hacer los bancos centrales. Sobre esa base efectuamos recomendaciones para comprar o vender bonos o moneda. Estas reuniones con autoridades le agregan muchísimo a la calidad de la interacción que tengo con mis clientes, porque tengo versiones de primera mano.
Como peruano y desde tu posición laboral, ¿cómo ves la situación del país en cuanto a la política monetaria y la evolución de la economía?
El bajón del año pasado ha sido fortísimo. Un crecimiento de 2,2% sigue siendo positivo, muchos países quisieran crecer a ese ritmo, pero para los estándares peruanos esta es una cifra muy baja. La población peruana crece cerca de 2%, con lo cual crecer a 2,2% nos genera un incremento per capita importante. Sacar a más gente de la pobreza para engrosar la clase media requiere tasas de crecimiento más altas. Ahora bien, el medio externo no ayuda, ya que China se desacelera y los precios de los commodities caen, entonces el Perú tiene que buscar maneras de crecer que no dependan de factores externos.
¿Cómo se lograría eso?
Eso implica hacer reformas, mejorar la productividad, volverse más competitivos, hacerle más fácil la vida al sector privado para que invierta y no opte por la informalidad, en vista de que la burocracia es muy fuerte. Mal que bien, el Perú crece y crece más que muchos países de América Latina. El año pasado, el país que más creció fue Colombia, con 2,3%, Perú fue el segundo, y Chile, con todas las protestas sociales que tuvo, creció 1% nada más, México 0% y Brasil 0,9%. Entonces, en términos comparativos, el crecimiento peruano está bien, pero no es un crecimiento que alegre a nadie y, claramente, no satisface a los peruanos.
¿Te parece que extraemos demasiados recursos e industrializamos poco?
Bueno, se ha progresado en muchas áreas. En Ica me sorprendió ver el nivel de industrialización agrícola. Ya no solo se vende la fruta fresca, hay productos más elaborados. Lo que me parece que hace falta es una reforma laboral. Se requiere un régimen laboral que haga más fácil contratar, lo cual implica hacer más fácil el despedir. No hay que tenerle miedo a eso. En Estados Unidos la tasa de desempleo es baja y es el país con más flexibilidad laboral. Muchas veces, los sindicatos y grupos de izquierda se colocan en contra de la flexibilidad laboral porque piensan que se va a abusar de los trabajadores. Yo pienso que se requiere un régimen que proteja al trabajador, pero no al extremo de garantizarle el puesto pase lo que pase. La presión que eso genera para una empresa por no poder controlar sus costos, sobre todo si tiene un bajón en las ventas, es muy fuerte. Mientras no logremos ese tipo de reformas, seguramente la informalidad no va a caer. Precisamente por eso muchas contrataciones formales se hacen ahora de manera temporal, para evitar contratar gente que tenga la línea completa de beneficios laborales. Por otro lado, la infraestructura es muy pobre. La calidad de carreteras, puertos y aeropuertos hace que sea carísimo sacar la producción. En el Perú y en América Latina en general hay mucho retraso en infraestructura. Asia, Sudáfrica y Medio Oriente han mejorado muchísimo en ese sentido.
¿Qué temas interesan a J. P. Morgan actualmente?
Varios, pero ahora mismo hay dos cosas que están pasando. Con la reforma financiera que hubo después de la crisis internacional, entre 2008 y 2009, se ha generado una dinámica en que muchísimo dinero se está manejando en portafolios pasivos, se compra lo que dice el índice. Nosotros hemos estado trabajando estos índices, tratando de ofrecer más variedad. J. P. Morgan es líder en estos índices para mercados emergentes. Por otro lado, con los temas ambientales, hay mucha demanda por índices que tengan un componente llamado ISG, que es básicamente tratar de que el dinero vaya a empresas que tengan, por lo menos, una estrategia para reducir la contaminación y mejorar las prácticas ambientales, o para reducir la pobreza incluso, entre otras cosas.
¿Hay mucha demanda por ese tipo de proyectos?
Sin duda. Esto va a hacer que el costo de financiamiento de las empresas más contaminantes suba muchísimo. En paralelo, hay gobernantes importantes en el mundo que se resisten y niegan que el cambio climático sea un problema.
¿Te gusta conocer diferentes países?
Viajar es muy importante en mi trabajo y sí, encuentro cosas muy interesantes en los destinos a los que voy. Antes viajaba como mochilero, ahora tengo más holgura para contratar un guía que me lleve en un tour privado a conocer la cultura del lugar. También me gusta leer libros antes de hacer el viaje. Por otra parte, como manejo un equipo que se ubica en trece países, es importante para mí desarrollar la sensibilidad de entender a la gente que me reporta, venga de donde venga. El hecho de viajar mucho me ha entrenado para tener esa sensibilidad. Cada año me gusta ir a un sitio nuevo, a un país al que poca gente vaya o al que yo nunca haya ido. Este año todavía no he determinado un lugar especial. Por el asunto del coronavirus, estoy tratando de no apresurar mi decisión. Pero me gustaría viajar a Argelia y Pakistán.
¿Cómo recuerdas tu época universitaria?
Mantengo muy buenas amistades de esa época y tengo muy buenos recuerdos de la Universidad de Lima. Yo estudié de 1984 a 1989. Me gradué cuando había hiperinflación y terrorismo en el país. Hoy es otro país, sin esos problemas a cuestas, pero la verdad es que aun entonces vivíamos la vida y tratábamos de que esa situación no nos afectara en la medida de lo posible.