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En sintonía con la adrenalina de las ventas
Jaime Obreros llegó a Nissan cuando esta marca abrió una subsidiaria en nuestro país en 2018. Le ha tocado hacer muchas cosas nuevas y adaptar algunos lineamientos globales a la realidad peruana. En este proceso, ha pasado por tres posiciones. Hoy es director de Ventas, un puesto que le ofrece la dosis exacta de adrenalina que necesita.
En las siguientes líneas, cuenta detalles sobre su trayectoria profesional y sobre sus épocas como estudiante de Administración en la Universidad de Lima.
¿Cómo fueron tus inicios en Nissan en 2018?
Fueron divertidos, porque todos empezamos al mismo tiempo en el proyecto. Las cosas son diferentes cuando llegas a un equipo ya formado, con un trabajo establecido. Esto se ha parecido más a la figura de entrar a un salón de clases, donde todos son nuevos y luego se van conociendo y haciéndose amigos. Otro beneficio de iniciar operaciones es que hemos tenido un rango más amplio de acción y la oportunidad de construir cosas nuevas, como cuando inicias una startup. Además, proveníamos de diferentes empresas, incluso de la competencia; pero también de otras industrias del extranjero, lo que hizo el trabajo más interesante. Otra cosa positiva es que confluyeron también las experiencias de profesionales de Argentina, México o Colombia para enriquecer el grupo.
¿En qué puesto comenzaste?
Entré como country manager de CrediNissan para gestionar temas de financiamiento y la red de concesionarios. Tenía experiencia porque venía de asumir funciones similares en otras compañías. Mi mayor experiencia profesional era en banca. Había pasado por pasivos, fondos mutuos, bolsa de valores, AFP y productos de consumo transaccionales. Luego pasé a tener otras funciones relacionadas con áreas de desarrollo de la red de concesionarios y con calidad en venta y posventa. Puedo decir que ahí sumó mucho mi lado banquero, porque sé cómo hablarle a un inversionista. Actualmente, soy director de Ventas.
¿Te sientes a gusto en Ventas?
Hay gente a la que la presión de las ventas no la deja dormir. Para otros, es una inyección diaria de adrenalina y es lo que los anima a trabajar. Yo estoy en este segundo grupo. Me gusta estar ocupado siempre, incluso en mis tiempos libres.
¿Qué crees que llevó a Nissan a abrir una oficina en el Perú?
Nissan es una marca histórica en el Perú y estaba bien posicionada desde antes de tener una oficina acá. El hecho de que haya venido habla bien de cómo se ve el Perú afuera, con ruido político y todo. Nissan opera en 34 países, y en América Latina lo hace desde hace 5 años. Los trabajadores latinos están muy bien vistos. Tenemos talento latinoamericano en posiciones globales, lo cual es satisfactorio.
¿Qué podrías comentar sobre tu desempeño profesional en otras empresas?
Para hacer el recuento, al salir de la Universidad de Lima, realicé prácticas profesionales en AFP Integra cuando era parte del Grupo ING, de Holanda. Luego me contrataron en el Área Comercial y después en el subgrupo de Inteligencia Comercial. Cuando la AFP se separó del Grupo ING, yo me quedé en el Grupo, viendo temas de fondos mutuos. Justamente en esa época el Perú tuvo la bolsa más rentable del mundo, y en Estados Unidos ocurrió la crisis de las hipotecas. Fue una época muy interesante en la que gané mucha experiencia. Más adelante, busqué trabajar en productos de activos más transaccionales, como tarjetas de crédito, y pasé a Interbank, que en ese entonces era líder en el tema. Ahí me ocupé de adquisiciones y estrategias en el Área Comercial, y después pasé al BBVA para trabajar en la misma área. Estuve un tiempo y luego me llegó la propuesta para salir del mundo de los servicios financieros y pasar a la industria automotriz. En ese momento, el mercado peruano estaba dominado por empresas chilenas, como el Grupo Gildemeister, y ellos querían replicar ese modelo de negocio en el Perú, sobre todo en cuanto al financiamiento de compras. Para eso, querían a alguien que viniera de la banca, que conociera y tuviera un proyecto retail financiero. Querían repotenciar el área, y decidí dar el salto.
¿Has tenido oportunidad de realizar estudios de posgrado?
Sí, tengo un MBA por la Universidad de Duke, Estados Unidos. Me gustó mucho. Fui becado y los estudios estaban orientados a los negocios globales, así que viajábamos con el grupo de estudiantes a varias latitudes para ver cómo funcionaban los distintos mercados y cómo hacer negocios con diferentes culturas. Residimos en Latinoamérica y también en la India, Turquía y China. Tuvimos oportunidad de ver cómo funcionan diferentes tipos de personas, lo cual es muy importante porque, si aprendes eso, todas las funciones se te facilitan.
¿Cómo recuerdas los años que viviste en la Universidad de Lima?
Creo que la Universidad de Lima te marca. Los amigos que haces ahí son para toda la vida. Recuerdo a muchos de mis profesores con cariño. Incluso mi padre, Jaime Obreros, enseñó en Administración, precisamente cuando yo estudiaba ahí, y estuvo hasta hace unos años en la Universidad. Todos mis amigos llevaron cursos con él y, al momento de la graduación, lo llamaron para que me entregara mi diploma. Eso es algo que nunca olvidaré.
¿Cómo ocupas tu tiempo libre?
Podría decir que soy “adicto” a los deportes. Me gustan todos los deportes, en general. Antes jugaba fútbol, hasta que me lesioné la rodilla. Ahora corro todas las mañanas o voy al gimnasio. Es una rutina para mí, desde hace años. Aparte del deporte, me gusta leer, pasar tiempo con mi familia y hacer una parrilla con los amigos de vez en cuando.