23 de Septiembre de 2024

“Siempre tuve la vena del emprendimiento”

Alejandro Guzmán Zolezzi es un profesional apasionado por los negocios. Ha forjado una carrera destacada en el sector de asistencia, en la que ha combinado su experiencia en compras, finanzas y negociaciones comerciales. Desde sus inicios como practicante en Repsol hasta su rol como CEO en Metafin, ha demostrado su capacidad para innovar y emprender. Él estudió la Carrera de Negocios Internacionales de la Universidad de Lima, y en la siguiente entrevista comparte su trayectoria, sus aprendizajes y su visión de los negocios.

¿Cómo comenzó tu vida laboral?
Comencé mis prácticas profesionales en Repsol, en el área de Compras y Contrataciones. Recuerdo que uno de los requisitos para ingresar era pertenecer al décimo superior, no era fácil ingresar y permanecí allí por un semestre. En esta empresa, aprendí mucho, tenía gran interés por aprender el tema contractual y las negociaciones con proveedores. Repsol es una empresa muy grande y un great place to work, sin lugar a dudas sobrepasó mis expectativas. 

Con el tiempo, me ofrecieron entrar al área de Finanzas, pero yo siempre me he sentido más comercial que financiero. Me gusta muchísimo la parte numérica y hacer modelos o maquetas financieras, pero disfruto más negociar en campo. Por eso, retorné a mi primer trabajo en Integral Group Solution (IGS), empresa de la industria de asistencia. Está dedicada a crear productos para atender pólizas de seguros, cuentas de ahorro, tarjetas de crédito, entre otros, con una propuesta de servicios que se propone fidelizar o diferenciar la oferta de valor de los productos.

¿Adónde fuiste a continuación?
Entré al Grupo MOK, una empresa del mismo sector de asistencia. Recuerdo ese cambio de compañía como una experiencia interesante. Me fui a una empresa de la competencia mucho más grande. Era el año 2018, yo era gerente comercial de IGS y tuve la responsabilidad de ir a una licitación de Enel Perú, que tenía la intención de desarrollar una paleta de productos para ofrecerla a sus pagadores puntuales. En esta licitación competíamos todos. Nosotros, como IGS, teníamos una oferta un tanto más novedosa que le gustó muchísimo al equipo de Enel. 

Luego, me enteré de que el gerente general de Enel me había recomendado con la directora comercial del Grupo MOK, que en ese momento era el segundo actor más grande del mercado de asistencias. Esta compañía me hizo una buena oferta económica. Tenía 28 años y me dije: “De todas maneras, lo tomo”. El reto era iniciar un equipo nuevo desde cero. El área comercial se iba a subdividir en Retail y Banca y Seguros. Yo entré como subgerente de esta última que era líder del equipo. Tuvimos ganas, un muy buen equipo humano y la estrategia correcta, así que al poco tiempo los resultados se dieron. Esto nos dio la oportunidad de intercambiar ideas con otras filiales en Latinoamérica, y aportamos mucho desde Perú, con modelos de negocio para la región.

Al poco tiempo se unificaron las gerencias y asumí la Gerencia Comercial Perú, con la responsabilidad de ambos equipos (Retail y Banca). No todo fue color de rosa, porque tuve esa responsabilidad durante la pandemia. Sin embargo, siempre estaban presentes las ganas de avanzar y sabíamos que había que ejecutar rápido. Se sobrecumplieron las expectativas, la empresa creció muchísimo a pesar de la pandemia, y supimos ser resilientes e irradiar al equipo el mensaje de que de toda crisis surge una oportunidad. La empresa se convirtió en la número uno del sector en el Perú. Lideré un equipo que logró administrar una cartera que superaba los cincuenta millones de soles de facturación al año en un mercado todavía joven.

Durante tu carrera profesional has trabajado principalmente en empresas de asistencia, ¿verdad?
Así es. Entré muy joven al sector, a los 24 años, y hoy tengo 33. Tengo casi diez años en este rubro. En ese tiempo, he vivido experiencias interesantes, he participado en mesas de trabajo y he aprendido de operaciones internacionales en Argentina, Chile, Colombia, Centroamérica y México.

¿Qué te llevó a emprender?
La vena del emprendimiento siempre la tuve. Recuerdo que soñaba con manejar las empresas familiares, y comencé desde muy chico a apoyar a mi papá. Sin embargo, después me fui al mundo corporativo. Finalmente, decidí emprender, con algo de temor, porque pasaba por un buen momento laboral, tenía comodidad económica y no quería dejarla. Pero al mismo tiempo ansiaba hacer algo propio, ya que veía que generaba mucho valor y no solo monetario. Asimismo, tenía ganas de aportar un granito de arena al crecimiento del país.

¿Cuál fue tu primera aventura empresarial?
Soy fanático de los autos y tenía como clientes a financieras de automóviles, por eso decidí ingresar al negocio de overhauling de autos que serían financiados como seminuevos. Abrimos un taller llamado Metacar Perú y tuvimos una flota de autos para Uber Movix, pero no me fue bien. Hubo varios factores ajenos a la planificación del negocio que no salieron como esperaba. No obstante, lo considero un aprendizaje.

Sin importar ese resultado, fundaste otra empresa.
Sí, Metassistance, una empresa de asistencia, que es el sector que más conozco. Dos o tres cuentas me iban a acompañar en este emprendimiento, me faltaba el impulso inicial y tenía dos maneras de conseguirlo: traer socios a la mesa o negociar buenas cuentas que me generaran negocios con contratos a mediano plazo y que me den la posibilidad de crecer orgánicamente. Los recursos eran limitados. El problema es que en ese momento todavía tenía el taller y, además, estaba en el negocio de autos con Uber International, que por entonces buscaba un partner para el Perú que sea un fleet manager o dueño de flota grande. Es decir, en un momento dado, tenía tres negocios juntos. Con el tiempo, uno se da cuenta de que tiene que permanecer en el camino de la especialización. El que mucho abarca, poco aprieta. Por eso, opté por el negocio que mejor conocía, porque cuando uno tiene confianza en sí mismo las puertas se le abren.

¿En qué consistió este giro de timón?
Lo que hoy en día tengo comenzó a suceder a partir de mediados del 2023. Ya tenía un año y medio con mis empresas, pero básicamente, devolvía mi utilidad al negocio. Entonces formé un consejo consultivo donde sumé a Marcel Fort, exgerente general de una compañía de seguros y hoy en día mi socio con el 25 % de la compañía; Rafael Ramírez-Gastón, exgerente general de un estudio de abogados, con 15 años dedicados a la reestructuración de empresas familiares; Eduardo Castro-Mendívil, que fue el CFO de CopeInca, director de muchas empresas y dueño de un grupo inmobiliario; y Gerardo King, CEO de Tamesis y ex country manager de Bancos Internacionales, con amplia trayectoria en Perú y Estados Unidos. 

Los cuatro me dijeron: “Tienes que deshacer lazos comerciales que no suman”. Decidimos quedarnos con la empresa de asistencia, porque tenía mayor potencial de negocio, de acuerdo con el expertise del equipo. Compramos un bróker de seguros y, dentro de la oferta de valor, incluimos tecnología. Armamos tres negocios diferenciados: Metassistance, de asistencia; Soter, de seguros, y Credimeta, de procesos. Con Soter realizamos también negociaciones con reaseguradores internacionales y traemos nuevos productos, como un seguro para mascotas en el que estamos trabajando. Con Credimeta, en cambio, hemos incluido tecnología, lo que nos permite cobrar a los clientes en las cuentas de ahorro, generar carreteras de comercio electrónico, modelos de propensión, etcétera.

¿Y qué es Metafin?
A nivel mundial hay empresas con un concepto interesante, como tener dentro de un mismo paraguas todo un ecosistema que atiende a un sector. Metafin es un holding financiero que abarca Metassistance, Soter y Credimeta. Está integrado por profesionales con experiencia en finanzas, banca, inversiones, planeamiento estratégico y negocios. Tenemos cerca de veinte colaboradores. Trabajamos bajo el concepto de One Stop Shop, por el que nosotros nos encargamos del control de la operación y traemos a la mesa los aliados estratégicos que nos permitan customizar la oferta según la necesidad del cliente. Con tecnología, hemos logrado ahorrar costos de más o menos medio millón de soles por año. Tenemos una oficina corporativa en San Isidro para recibir a los clientes.

¿Cuáles son sus retos más complicados?
El negocio de las asistencias ya pasó a un segundo plano. Hoy la tecnología nos obliga a innovar y los servicios son el principal gatillador de una venta optativa. Estamos en un negocio financiero, somos parte fundamental de los ingresos no operacionales de nuestros sponsors. Tras haber establecido esto, el reto más grande que he tenido que atender en los primeros dos años ha sido formar un consejo directivo de nivel, un rasgo que nos diferencia. Lo otro fue decidir quedarme con los socios adecuados.

Los retos no paran, este año hemos logrado inversiones importantes y el levantamiento de capital me ha hecho pasar noches sin dormir. Sin duda, ha sido un gran aprendizaje. Pero ahora ya nos encontramos en un proceso de expansión. Negociamos con fondos de inversión europeos y centroamericanos para comenzar nuestro crecimiento inorgánico, y exploramos la compra de canales en el Perú o de competidores locales e internacionales. Tenemos la meta de aterrizar una filial en Sudamérica para marzo del 2025.

Finalmente, ¿qué podrías comentar acerca de la carrera que seguiste en la Universidad de Lima?
La verdad es que estoy muy contento de haber sido alumno de la Universidad de Lima. Al principio, estudié Economía, pero luego me pasé a Negocios Internacionales, que era nueva en ese momento. De mi época de estudiante me llevo muchos buenos recuerdos. Tuve grandes profesores, con quienes me encuentro en diferentes eventos y a quienes saludo con mucho agrado. Incluso he tenido el gusto de negociar diferentes temas con alguno de ellos. También, tuve buenos decanos y muy buenas experiencias. Sin duda, las amistades que uno forma en la Universidad hacen los mejores recuerdos. Las semanas previas a los exámenes parciales y finales son experiencias que uno recuerda mucho y que te forman en disciplina.

Además, el trato de la Universidad hacia el alumno siempre ha sido muy positivo. Llevé cursos bilingües, lo que me parece muy importante para la carrera. También, me parece muy bueno el enfoque de la Universidad, que forma emprendedores. De hecho, el 90 % de mi grupo de amigos cercanos de la Universidad lo son. Recuerdo que uno de los últimos cursos consistía en desarrollar un emprendimiento, lo que te obliga a dar los primeros pasos. 

Recuerdo que proyecté un negocio de hamburguesas de pescado, para lo cual visité desde el mercado de Villa María del Triunfo hasta plantas procesadoras de pescado y de productos terminados. Conseguir la información fue una odisea, pero es una excelente experiencia que aterriza muchas prácticas que uno repite una vez que decide comenzar con un emprendimiento. Nunca hay un momento adecuado para emprender ni una fórmula correcta para hacerlo, pero el criterio y las capacidades que uno desarrolla en la experiencia universitaria y laboral son los ingredientes que terminan de formar una capacidad única de cada ser humano: la intuición.