01 de Junio de 2015

Ética, psicología y terapia virtual

El IV Jueves de Psicología del período académico 2015-1, que se llevó a cabo en el Aula Magna B el 14 de mayo, presentó el tema “Una mirada ética de la terapia virtual”, que fue desarrollado por Diego Llontop, graduado de la Facultad de Psicología de la Universidad de Lima, maestro en Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y profesor principal de la Escuela Humanística Existencial; y Leopoldo Caravedo, director del centro Felizmente Seguros y del Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima. Ambos son docentes de nuestra Facultad de Psicología y profundizaron en el hecho de que la terapia psicológica conlleva una serie de cuestiones éticas, no solo referidas al comportamiento que el terapeuta guarda con el paciente sino también a la propia naturaleza del tratamiento. Asimismo, los expositores dedicaron atención a los cambios que los avances tecnológicos han ocasionado en este método de ayuda, sobre todo con las nuevas interacciones que plantean las redes sociales y los servicios de mensajería instantánea.

Una ética para vivir bien 

Diego Llontop recordó que el objetivo principal de la terapia es servirle como una suerte de espejo al paciente. Afirmó el ponente:

“Siempre somos espejos, el uno con el otro, esa es nuestra interacción en el campo social; pero en el caso de la psicoterapia, ese espejo debe tener ciertas características. Primero, mostrarle a la persona una imagen que sea lo más fidedigna posible, porque en las relaciones sociales siempre hay una suerte de deformación. En segundo lugar, me parece interesante, y esto sí tiene que ver con el tema de la terapia virtual, la idea de devolverle al paciente, en el mediano o largo plazo, una idea de él mismo más completa y procesada”.

Más adelante, el docente compartió un pensamiento de José Mujica, ex presidente de Uruguay, quien dijo que en la vida todos cargamos una mochila de dolor, pero no se puede vivir mirando la mochila. Al respecto, comentó:

“Me parece una imagen bastante realista porque nada te va a solucionar la vida ni te la va a volver perfecta, se trata de darse cuenta de que vamos a cargar esas imperfecciones siempre y ese dolor también, pero en la medida de lo posible debemos ser capaces de vivir bien; y ese es el objetivo de la ética, vivir bien. Yo me llevo la impresión de que la terapia consiste en una ética de dos, básicamente recordarle a la persona que tiene la misión de vivir bien y brindarle además los recursos que necesita para lograrlo”.

En relación con los espacios virtuales, Llontop cuestionó si aquella virtualidad nos deshumaniza, y ensayó una respuesta recalcando que la deshumanización guarda relación con la cercanía, con el contacto, con el vínculo en sí; así que, en ese sentido, las redes sociales pueden empobrecer o enriquecer dichas conexiones. Luego mencionó que resulta común el uso de avatares como un instrumento para, por ejemplo, tratar a una persona que padece de fobia social. “A través de la realidad virtual —explicó— se le ubica en un medio artificial donde puede enfrentar sus temores con mayor confianza, incluso con el terapeuta cerca”. Es así que, en casos como ese, dentro de la terapia estos recursos sí sirven como elementos de humanización.

Finalmente, enumeró algunos criterios de la Sociedad de Psicología Canadiense que conviene tener en cuenta como principios éticos para la práctica psicológica y para cualquier oficio en general: respeto a la dignidad de las personas, cuidado responsable, integridad en la relación y responsabilidad para con la sociedad.

La honestidad como principio básico 

A su turno, Leopoldo Caravedo afirmó:

“Toda acción profesional nuestra tiene aspectos psicológicos. Yo entiendo la ética como un sentido de relación, es la relación que hace posible mi bienestar pero también el bienestar del otro. Es imposible una ética que no sea de relación. En ese sentido, los medios audiovisuales y los medios virtuales son una forma de trabajar y de buscar esa mejora en la relación”.

Luego detalló que los conflictos éticos suelen tener diferentes grados o intensidades. Por ejemplo, consideró que un nivel medio de conflicto gira en torno al hecho de no brindar información verdadera, o prometer un servicio que el profesional no está en capacidad de otorgar. Al respecto, aseguró que la honestidad es el principio básico de la terapia: aceptar y comunicar lo que podemos hacer y lo que no. Además, el docente aclaró que para hacer terapia no se requiere toda la experiencia del mundo, pero debe estar presente el compromiso de mejorar la habilidad profesional, y para ello un sistema que se usa mucho en la formación terapéutica es la supervisión; es decir, recurrir a alguien con más experiencia. “Lo honesto es lo ético —determinó—, así como el compromiso con uno mismo de mejorar habilidades y capacidades para atender mejor a las personas. Y si no se puede, derivar al paciente a otro profesional”.

Caravedo también tuvo oportunidad de compartir algunas experiencias personales vinculadas con la aplicación de la tecnología en la terapia contemporánea:

“Ayer una paciente que vemos en una institución me escribe por WhatsApp diciéndome que estaba buscando una pistola para suicidarse. Hemos tenido que responderle por ese medio, porque hubiera sido negligente de mi parte no contestar, además con el agravante de que ahora puedes saber si la persona leyó o no el mensaje. Imagínense que ve que leo el mensaje pero no le respondo, eso puede desencadenar una peor reacción”.