31 de Mayo de 2016

Una apuesta por los cambios culturales en las empresas

Milagros Zegarra fue una alumna aplicada en el colegio y su paso por la Universidad de Lima no fue diferente. Egresó en el primer puesto de la Carrera de Ingeniería Industrial, dispuesta a desempeñarse en el área de Marketing, sin imaginar que encontraría su vocación en la gestión del talento. Actualmente es directora de Capital Humano y Responsabilidad Corporativa en PricewaterhouseCoopers Perú, y asume con pasión cada nuevo proyecto que lleve a mejorar el clima laboral.

¿En qué momento te diste cuenta de que Recursos Humanos te gustaba tanto o más que Marketing?
Hace muchos años, cuando trabajaba en el laboratorio Eli Lilly, me di cuenta de que Recursos Humanos no solo tenía que ver con la planilla, contratar y despedir, sino que había que implementar una estrategia detrás de la estrategia de negocios, su gran aliado. Mis amigos me dijeron que iba a ganar menos, que Recursos Humanos es aburrido, pero yo he tenido la suerte de que todos mis jefes le han dado la importancia debida.

¿Cuánto tiempo llevas en PwC y cuál es tu rol en la empresa?
Hace un año y ocho meses trabajo aquí. Empecé en la Gerencia de Capital Humano y, a los tres meses, me encargaron la Responsabilidad Corporativa. Me encanta y ando siempre en busca de nuevos retos. Es bueno que los temas de recursos humanos y responsabilidad social recaigan en una misma gerencia, se complementan muy bien.

¿Qué te atrae de Recursos Humanos?
Si uno escoge bien la compañía, realmente puedes hacer cambios culturales y esa es mi gran pasión: ayudar a cambiar culturas y formas de pensar. Hubo un momento de mi carrera en que me tomé un año sabático para saber cómo se sentía eso de vivir sin tensiones ni encargos. Yo había sido la primera en el colegio, la primera en mi promoción de la Universidad, siempre he trabajado de manera muy comprometida, así que con el dinero que había ahorrado en varios años me di un descanso. Pero no fue un descanso total, me dediqué a la docencia en la Universidad del Pacífico. Ahí dicté un curso de Recursos Humanos y todavía guardo correos de mis alumnos, que me dicen que gracias a mí entendieron que Recursos Humanos es muy importante.

¿Cuál ha sido la experiencia más gratificante que has tenido a lo largo de tu carrera?
Recuerdo la primera estrategia corporativa que desarrollé en Altas Cumbres. Casi todos los gerentes eran mujeres, de distintas nacionalidades y mayores que yo. Yo tenía que presentarme ante ellas y decirles que iba a ser su jefa, fue un reto muy grande de negociación interpersonal. Debía ganarme a la gente, entrar de manera suave, desarrollar una estrategia y entender, por ejemplo, que en Guatemala algunas mujeres iban a trabajar con sus trajes típicos y había que respetar eso. En ese momento hice mucho de lo que les pedía a mis jefes: viajé a los países de esas mujeres, conversé con la gente y conocí su cultura. Puedes compartir el mismo idioma, pero las barreras culturales son infinitas si promueves un acercamiento. De manera que ese fue un gran proyecto.

También fuiste gerente corporativa en Delosi, que está a cargo de varias franquicias, ¿cómo fue tu experiencia ahí?
Cuando llegué a Delosi, una linda compañía, me pidieron que mejorase el clima laboral, que ya era bueno, así que fue un reto importante. Se me ocurrió la campaña “Todos somos responsables del clima”. Cada mes, una de las marcas de Delosi se hacía responsable del clima laboral y preparaba un espectáculo, todos votaban por quien lo había hecho mejor. Había mucha gente joven, creativa y muy extrovertida, cada mes planeaban la mejor estrategia de clima laboral. Todos se hicieron partícipes, nadie criticaba, estaban preocupados por subir la valla. Al final se reconocía la actuación y se daba un premio grupal al equipo más comprometido. Fue una experiencia genial, la gente estaba feliz, todos se lucían.

¿Qué se trabaja actualmente en el área de Recursos Humanos de PwC?
Aquí trabajamos una estrategia diferente, se trata de otro tipo de personas, profesionales, no tan jóvenes. En cada ambiente es necesario crear una nueva estrategia. Aquí la idea es que el tema de responsabilidad social une los recursos humanos. Trabajamos en la nueva visión de la responsabilidad corporativa, con voluntariados sostenibles. Por ejemplo, hicimos el “Reto solidario”, una campaña que consistió en armar grupos de cinco a seis personas, todos de diferentes líneas de servicio, con diferente jerarquía. Cada grupo debía pensar en un proyecto de responsabilidad social. Contratamos a un consultor que monitoreó todo y a un jurado externo. Finalmente, se premiaron tres proyectos con el financiamiento para implementarlos.

¿De qué se trataron los proyectos?
Fueron muy interesantes. Uno fue sobre biotechos, el equipo ganador lo implementó en un cono, donde enseñó a un grupo de familias a hacer biotechos con botellas reciclables. Un segundo proyecto fue “Rétate más” y consistió en llevar a cabo talleres de reinserción social en Maranguita. En tercer proyecto, “Dona más, impacta más”, es una propuesta para volver más eficientes las donaciones que se hacen en el Perú hacia otros lugares. Ellos trabajan por encontrar las mejores técnicas de recolección de donaciones, de acopio, almacenamiento y distribución de víveres y otras donaciones para las zonas de desastre. Y han venido representantes del Ministerio de la Mujer interesados en conocer este sistema. Todos son proyectos excelentes, pero aquí no termina la historia. La gente solidaria es gente especial, y los proyectos fueron tan buenos que me dieron ganas de financiar un cuarto proyecto, cosa que no se pudo hacer, porque se trataba también de reconocer la excelencia y de motivar a todos a llegar cada vez a niveles más elevados. Así que mientras esperábamos el fallo del jurado, los jóvenes se me acercaron y me dijeron que habían hecho una colecta con la finalidad de implementar el cuarto proyecto que no resultara premiado con el financiamiento. Son cosas lindas que pasan. He encontrado gente de muy alta calidad humana.

¿Qué recuerdos guardas de la Universidad de Lima?
Tengo el mejor de los recuerdos de la Universidad y cada vez que he regresado ha sido como volver a mi casa. A mí me permitió demostrar que, si uno se esfuerza, todo es posible, y que las barreras de género uno solo se las pone. La Universidad me enseñó que los mitos se rompen, me dio una buena formación no solo en la parte técnica sino también interpersonal. Me dio las herramientas que he empleado a lo largo de mi carrera y tiene muy buenos profesores que hasta ahora admiro.