12 de Mayo de 2016

Historia y perestroika

Gabriel García Higueras, profesor de Estudios Generales.

Gabriel García Higueras, profesor del Programa de Estudios Generales de la Universidad de Lima, habla en esta entrevista acerca de su libro Historia y perestroika. La revisión de la historia soviética en tiempos de Gorbachov (1987-1991). Un volumen académico destinado tanto a estudiosos del tema como a profesores de historia contemporánea y a estudiantes universitarios.

¿Cómo surge la idea de realizar este libro y por qué decide concentrarse en la historia soviética en el período seleccionado? 
El libro nació del trabajo de investigación que realicé para obtener el Diploma de Estudios Avanzados en el año 2010, tras mis estudios de doctorado en la Universidad de Huelva, España. Había inscrito mi proyecto en una de las líneas de investigación de ese programa: “Europa y América durante la Guerra Fría”. En cuanto al tema, venía estudiándolo desde hacía muchos años. La historiografía en la Unión Soviética como objeto de investigación se había expresado en un primer libro publicado en Lima en el 2005; su título es Trotsky en el espejo de la historia. Si bien ahí estudié la revisión historiográfica en el contexto de la perestroika, orienté mi investigación hacia el replanteamiento sobre León Trotsky, cuya figura había sido objeto de falsificación y ocultamiento durante más de medio siglo. Pero consideré que, por la trascendencia de las reformas de Mijaíl Gorbachov y sus efectos en el develamiento de hechos y personajes históricos, así como por la abundante información disponible, sería de interés profundizar en esta materia.

¿Cuáles fueron las mayores dificultades o desafíos que enfrentó, así como las principales satisfacciones obtenidas?
Entre las primeras estaba el problema de acceso a las fuentes rusas. Había publicaciones cuya consulta me resultaba imprescindible. Gracias al apoyo que recibí de investigadores extranjeros, pude obtener fotocopias de libros y revistas académicas de historia, publicadas en Moscú. La otra dificultad que pude sortear era la barrera idiomática, pues mi conocimiento del ruso es muy incipiente aún. Mi amigo y colega José Manuel Ballesteros, quien estudió Historia en Moscú, me tradujo esos textos. Sin su gran colaboración mi trabajo no se hubiera podido completar. Entre las principales satisfacciones, podría considerar que mi tesina obtuviera de parte del jurado examinador la calificación de sobresaliente. Pero, sobre todo, el que haya sido publicada en España por la Universidad de Huelva el año pasado. Esto se lo debo a mi antiguo profesor, el doctor Manuel de Lara Ródenas, quien, cuando ocupaba el cargo de vicerrector de Extensión Universitaria de esa casa de estudios, me invitó a presentar mi trabajo al Servicio de Publicaciones y, desde el primer momento, apadrinó su publicación. Me alegra ahora que el libro ya se pueda adquirir en Lima.

¿Cómo está organizada la información del libro y cuál fue el criterio que siguió para plantear estas divisiones?
El libro está compuesto por cinco capítulos, un poscriptum y un anexo documental. Se inicia con un capítulo sobre el estado de la historiografía soviética anterior a la perestroika. Después de este apartado, se estudian las reformas introducidas en la URSS entre los años 1985 y 1991 y los temas que fueron objeto de revisión y debate entre los historiadores. Dedico amplio espacio al papel que desempeñó la prensa escrita como vehículo de las revelaciones históricas, gracias a la apertura de los medios de comunicación. Pensando en su publicación, el trabajo que originalmente presenté a la Universidad fue ampliado y mejorado en varias secciones. Además, para darle actualidad añadí un post scriptum que expone, en líneas generales, el nuevo discurso histórico en la Rusia actual. La historia rusa se reescribe cada cierto tiempo de acuerdo con los intereses del presente.

¿De qué forma revisar este período histórico nos ayuda en el presente y qué aportes nos brinda?
La perestroika dio inicio a cambios sustantivos en la URSS y en el mundo. El sistema soviético, basado en el monopolio político del Partido Comunista y en la dirección centralizada de la economía, evidenciaba en los años 80 síntomas de agotamiento y declive. Por tanto, el debilitamiento de la URSS como potencia fue la causa principal de las reformas que patrocinó Gorbachov. Estas buscaron la democratización del comunismo soviético, mediante la mayor participación ciudadana en los asuntos públicos. También se prestó atención a la apertura de los medios informativos para que dieran a conocer situaciones críticas antes silenciadas. En el aspecto económico, se buscó mayor eficiencia mediante la reforma del aparato productivo y la combinación de socialismo y mercado. En el campo de la política internacional, una de sus principales conquistas fue formalizar acuerdos con los Estados Unidos para conseguir el desarme. Por otra parte, en los países comunistas de Europa Oriental, que eran satélites de la URSS, la perestroika alentó tendencias reformistas y democratizadoras. El resultado final de ese proceso fue el abandono del comunismo y la transición a la democracia liberal en esos países; su culminación fue la desaparición de la URSS.

Uno de los capítulos está dedicado a la “reescritura de la historia”. ¿A qué se debe y de qué forma la historia es en realidad una dimensión que, más allá de ser totalmente exacta, se presta a rehabilitaciones y correcciones?
Debemos partir del hecho de que no es posible la objetividad total en la historia. Y es así por varias razones. Una de ellas es la subjetividad del historiador, que como individuo se ve influenciado por su realidad social y por las ideas y los valores de su tiempo. Esta subjetividad es inherente a su trabajo. Pero en el caso de la historia soviética, lo se observa es una deformación consciente de los hechos, siguiendo directrices políticas. Bajo el totalitarismo estalinista, la historia sirvió a los intereses de la burocracia que controlaba el poder. Esa práctica se mantuvo durante el gobierno de los sucesores de Stalin. Con Gorbachov se inició una revisión significativa del pasado. Se pretendía que el conocimiento de la historia contribuyera a esclarecer las causas de la crisis presente, y a partir de ahí reformar el sistema. La crítica al estalinismo que impulsó su gobierno no solo condenaba ese modelo del pasado, sino también a quienes en la actualidad lo representaban: el sector ortodoxo del Partido Comunista, opuesto a las reformas. De manera que aquel debate histórico reflejaba la lucha política que entonces tenía lugar. El discurso histórico de la perestroika servía de fundamento al programa reformador. Es decir, fueron motivaciones ideológicas y políticas las que lo determinaron.

Como docente del Programa de Estudios Generales, ¿cuáles considera que son los aspectos a tomar en cuenta al momento de enseñar historia?
Creo fundamental en la enseñanza de la historia la explicación del proceso histórico; es decir, estudiar los hechos en su dinámica y mutua relación, atendiendo a su contexto, sus factores causales y sus consecuencias. Este enfoque se orienta a una explicación y comprensión del presente a partir de lo que nos dejó el pasado. Uno de los objetivos centrales de los estudios universitarios es, precisamente, la comprensión crítica de la realidad y la formación de ciudadanos responsables. Ahí reside uno de los elementos por los que es tan útil y provechoso el aprendizaje de la historia. De acuerdo con esta orientación, el Programa de Estudios Generales, en el proceso de renovación curricular que lleva a cabo, ha creado la asignatura de Globalización y Realidad Nacional. Este curso busca explicar, desde tal enfoque, los principales procesos contemporáneos en el mundo y en el Perú, y la relación que existe entre ellos.