16 de Mayo de 2018

Un negocio para gatos felices

Cada vez que hacía una maqueta de arquitectura, los gatos de Vanessa Briceño se echaban a dormir sobre esta. Tal vez el material les gustaba mucho o su olor, eso nunca lo sabrá; el hecho es que así surgió la idea de diseñar una casita especial para sus mascotas. Y a ellos les encantó.

A partir de ahí, Vanessa y su novio Brian Geiser, ambos egresados de la Carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima, vieron una oportunidad de negocio y crearon una empresa llamada La Jato del Gato. Ahora venden sus creaciones a través de redes sociales y de dos clínicas veterinarias.

¿De qué están hechas las casas de los gatos?

Brian Geiser: De cartón y reforzadas con MDF. Al principio usábamos pegamento, pero ahora no, porque no resulta resistente. El mecanismo que usamos es el mismo de los juguetes clásicos de madera y muebles de carpintería que usan machihembrado. Todos los sistemas son modulares y se colocan a presión para que el armado sea fácil para cualquier persona.

Vanessa Briceño: Usamos láser para cortar y para hacer orificios e insertar las varillas, que hacen las veces de columnas o vigas. Un amigo tiene su negocio de corte con láser para hacer maquetas, así que tercerizamos el servicio con él. Más adelante nosotros tendremos nuestra propia máquina. Lo curioso del corte láser es que a los gatos les gusta el olor que deja.

¿A qué huele?

Brian Geiser: Huele un poco a quemado, porque el láser hace eso, quema el cartón. Después el olor cambia a algo así como brasa.

Vanessa Briceño: Aparte, todas las piezas pasan por un proceso de limpieza y de almacenamiento, con lo que el olor ya se va un poco. A los gatos les gusta mucho, mis gatos se acercaban apenas salía una casita recién hecha. Nosotros no lo percibimos tanto.

¿No reutilizan la madera?

Vanessa Briceño: La idea es que, a futuro, los materiales puedan ser reciclados. Queremos cerrar el ciclo del producto, reutilizando las piezas de cartón que ya estén viejas. Quisiéramos que los clientes nos trajeran sus piezas viejas y así nosotros les daríamos un descuento para adquirir otra casa. Pero todavía no está resuelto el tema, tenemos que organizarlo.

¿Cuánto tiempo dura una casa?

Brian Geiser: Una casa de un solo módulo dura un año o más. Una casa de tres módulos dura hasta tres años, porque los módulos van rotando de posición.

Además de ustedes, ¿alguien más trabaja en este proyecto?

Vanessa Briceño: Mi hermana, que es veterinaria especializada en conducta animal, junto con otro veterinario, nos da ideas que pueden satisfacer más a los gatos.

Brian Geiser: Por ejemplo, nos aconsejan sobre sus gustos. Nos han comentado que los gatos obesos prefieren techos planos, y que cuando hay más de un gato los techos necesitan más inclinaciones, etcétera. Tenemos distintos diseños para satisfacer todas las necesidades.

Aparte del juego, ¿qué otras necesidades?

Brian Geiser: Los gatos necesitan tener una guarida, un lugar de rascado donde se relajen y donde los humanos no los molestemos. Las casas tienen esa función también. Por otro lado, ellos odian que nosotros limpiemos, porque dejan su olor en todas partes, como una forma de marcar territorio. Con estas casas de cartón pueden tener su lugar propio donde se sientan seguros, donde puedan jugar y dormir.

¿Lo usan como cama?

Vanessa Briceño: Sí, también. Parece que les gusta sentir la textura del cartón. Pero, en realidad, depende mucho del gato. Si alguno prefiere una textura más acolchada para dormir, se le puede poner una mantita.

¿Y cómo funciona como guarida?

Brian Geiser: Funciona así, porque tiene dos ingresos, uno se puede pegar a la pared y se transforma en una cueva. Por dentro todo es rascable, el techo, la pared, el piso, eso les gusta.

Las rascadas dañan al cartón.

Vanessa Briceño: No tanto. Tenemos una casa de un año, y, por más rascada que esté, no se deteriora ni se rompe. No se raja como el tapiz de un sillón.

¿No hacen los típicos gimnasios para gatos?

Brian Geiser: Hemos hecho un gimnasio, pero no vertical con plataformas, como los tradicionales, sino uno horizontal, que sirve para estimular el juego. Puedes ir aumentando piezas y creando diferentes formas que van entreteniéndolo más. Le llamamos el gatular.

Vanessa Briceño: Un mismo espacio puede aburrir a los gatos. Cuando rotas una pieza, cambias la apariencia del gatular. Además, puede jugar más de un gato a través de las ventanitas, escondiéndose, etcétera.

¿Qué tipo de comentarios han recibido de sus clientes?

Vanessa Briceño: Muchos nos han dicho que sus gatos no los dejaban dormir de noche, pero con el gatular paran distraídos y ya no los molestan. Además, el beneficio es que no ocupa tanto espacio. Los gimnasios, en cambio, suelen ser muy llamativos o invasivos y ese es un problema.

Brian Geiser: Tratamos de darle multifuncionalidad. Como arquitectos, sabemos que las casas son más chicas, así que debemos pensar en la necesidad de ahorrar espacio.

También se puede personalizar, porque no lo venden pintado.

Brian Geiser: Claro, incluso un niño puede dibujar encima o hacer lo que quiera.

Vanessa Briceño: Un señor nos envió la foto de su casa y estaba llena de stickers que sus hijos habían puesto. Es personalizable, la puedes pintar si quieres.

¿Cuáles son los puntos de venta?

Vanessa Briceño: Estamos en Facebook y en Instagram como La Jato del Gato, además de en nuestra web, y tenemos puntos de venta en dos veterinarias.