21 de Julio de 2017

Héroes entre llamas

En un incendio, los primeros en recibir el llamado de emergencia y auxiliar a las víctimas son los bomberos. Su trabajo los expone a peligros constantemente, pero esto no los intimida. Ellos continúan, voluntariamente, protegiendo a las personas y salvando vidas.

Dos bomberos de la Universidad de Lima, el egresado Rodrigo Miranda y el estudiante Joaquín Acevedo, cuentan sobre la noble labor que ejercen.

¿Por qué decidieron ser bomberos?

Rodrigo: He querido ser bombero desde los seis años. Mi primera motivación fue cuando un día iba caminando con mis padres por la Bajada Balta, en Miraflores, y vi una máquina de bomberos por primera vez. Estaban rescatando a una persona que pretendía suicidarse; eso me impactó mucho. Y en otra ocasión ocurrió un incendio en un centro comercial, las imágenes que se veían por televisión mostraban a toda la gente saliendo rápidamente, los únicos que entraban al incendio eran los hombres de rojo. Pasaron los años y no se me fueron las ganas de ser bombero. Hace dos años lo logré; antes estaba enfocado en mis estudios.

Joaquín: Yo estudié en el colegio Inmaculada, ahí nos motivaban a realizar labor social. Incluso viajábamos a provincias para conocer a niños de nuestra edad, apoyarlos y jugar con ellos. Luego formé parte de Techo y trabajé en la construcción de casas para gente de escasos recursos. Siempre he sentido una gran satisfacción al ayudar a los demás. Mi madre lo sabía, así que un día me preguntó por qué no iba donde los bomberos para averiguar cómo era ese voluntariado. Entonces fui, me enseñaron las máquinas, me contaron historias y de pronto vi cómo todos salían corriendo al sonar la alarma, eso me contagió, la adrenalina.

¿En qué consiste el proceso de admisión?

Rodrigo: Consiste en pruebas físicas y de conocimientos. Cada prueba es eliminatoria. Luego entras como bombero alumno, y en caso de aprobar, ya eres bombero. Todo esto dura dos años y es importante pasar por este proceso, porque ahí se van retirando quienes se dan cuenta de que esta no es su vocación.

Una vez que ingresan como bomberos alumnos, ¿qué les enseñan?

Joaquín: Nos enseñan la historia de los bomberos, porque es bueno saber de dónde venimos. También cómo apagar diferentes tipos de incendios según el combustible y los materiales del lugar, primeros auxilios, teoría del fuego, hacemos prácticas de búsqueda y rescate, uso de escaleras, abastecimiento, etcétera.

¿En qué momento sabes que estás apto para acudir a una emergencia?

Rodrigo: Depende de tu progreso. Tienes que pasar un examen psicotécnico para ser alumno, y si apruebas los siguientes exámenes te vistes de rojo, pero no vas a una emergencia todavía: tus superiores te indican cuándo es el momento apropiado para ti. Para mí fue emocionante la primera vez que me vestí de rojo.

¿Y cómo fueron sus primeras emergencias?

Rodrigo: Mi primera emergencia como alumno fue en un incendio en Manchay. Ahí me di cuenta de que estos accidentes suceden porque alguien fue irresponsable, ves muchas cosas que te hacen pensar.

Joaquín: Mi primera experiencia fue en un incendio en Ate, en una casa sobre un cerro. Pertenecía a una señora recicladora, y, aparentemente, un balón de gas ocasionó el incendio. Tuvimos que subir muchas escaleras, el equivalente a 15 pisos, con el traje, que pesa de 20 a 30 kilogramos.

¿Qué opinan de ser bomberos? 

Rodrigo: Es una pasión. Un bombero tiene que tener la cabeza fría en todo momento. Siempre he estado acompañado de gente muy capacitada y tratando de hacer el trabajo con la mayor efectividad posible. Nunca estás solo, todos nos apoyamos, pasamos experiencias muy bonitas en la compañía y, de broma en broma, te ganas a un hermano más.

¿Qué es lo más difícil a lo que se enfrenta un bombero?

Joaquín: Hay que ser cauteloso, porque lo que hacemos es peligroso. No sabemos a qué nos exponemos. Una vez nos indicaron que atendiéramos una fuga de gas de un vehículo, pero al llegar al lugar resultó que el carro tenía un cilindro de oxígeno de cianuro. Hay cosas que recién ves en el momento de la emergencia y te cambian el panorama.

Rodrigo: Lo importante es ver todo de manera fría y cumplir tu objetivo. No hay que ponerse nervioso, y es fundamental mantener la concentración en las órdenes dictadas. A un incendio entras siempre en grupo y sales de la misma manera, nunca vas a estar solo, siempre habrá alguien atrás para ayudarte.

¿A qué se dedican, aparte de su voluntariado?

Rodrigo: Yo trabajo en el BCP, en el área de Desarrollo de Negocios Internacionales y Leasing. Durante el tiempo que estuve en instrucción, mi jefe me dijo que le parecía demasiado noble este tipo de voluntariado y me dio un flex time para poder entrar más tarde al trabajo.

Joaquín: Yo estudio Ingeniería Industrial; por lo general, mis clases son en las mañanas y en las noches, así que en las tardes vengo a la bomba. En las noches hago guardia cuando no tengo clases temprano al día siguiente, dos o tres veces por semana.

¿Qué valoras de tu carrera en la Universidad de Lima, Rodrigo?

Rodrigo: Mi carrera fue muy buena, estudié Ingeniería de Sistemas. Las personas piensan que eso es lo mismo que ser ingeniero informático y que uno se dedica a las redes, pero no, esto implica cosas más amplias. Por eso me ha sido fácil adaptarme al campo de los negocios internacionales. Aparte, en la Universidad nos incentivan a comunicar, exponer ideas, trabajar en equipo, y eso me ha beneficiado incluso como bombero.

Joaquín, ¿cómo te va en tus estudios de Ingeniería Industrial? 

Joaquín: Estoy cerrando un par de cursos de quinto ciclo y he relacionado un par de cosas que me han sucedido en la compañía de bomberos con mi carrera. Tengo un proyecto para crear un producto. Resulta que cuando estuvimos en Antioquía, en la época del Fenómeno del Niño costero, llevamos comida en sachets, que se usa en el servicio militar y es rica. Y me pareció curioso que para calentar nuestra comida usáramos carburo; le echabas un poquito de agua y se calentaba, hacía hervir la comida. Así que un día, al ver que en la cafetería de la Universidad las personas hacían fila para calentar su almuerzo en el microondas, se me ocurrió crear un táper o plato con una pastilla concentrada de carburo, para que la gente pueda echar un poco de agua y caliente la comida. El prototipo es complicado, porque el plástico se puede derretir, además se necesitan filtros, porque emanan gases y hay que evitar molestias para las personas que comen al lado. Es cuestión de ir probando qué cantidad de carburo y qué cantidad de agua se requiere. He conversado al respecto con un profesor de termodinámica y le ha parecido una idea interesante, me ha animado a seguir investigando.