07 of May of 2013

Un peruano en Silicon Valley

Egresado de la Facultad de Ingeniería de Sistemas, Aurelio García-Ribeyro es el actual principal product manager de Java —la plataforma que facilita el desarrollo de los lenguajes de programación— en la compañía Oracle, ubicada en Silicon Valley, California. Este profesional cuenta con un MBA orientado a Tecnología de la Información y Transformación de Negocios del Massachusetts Institute of Technology (MIT), y es un convencido de que todos los graduados deben adquirir experiencias en el extranjero para ampliar sus horizontes sobre el mundo.

¿Qué hitos destacas de tu carrera en Oracle, una de las corporaciones más importantes del mundo en el rubro de desarrollo de sistemas de programación?

Antes de mi posición actual, laboré en Sun Microsystems, que luego fue adquirida por Oracle. De este modo, no solo me cambié de compañía, sino también de puesto. Primero estuve en Java Store, una tienda de aplicaciones. Ahí solo me ocupaba de las librerías de esta plataforma. Ahora soy el principal product manager de Java y tengo más responsabilidades. Por ejemplo, estuve involucrado en el lanzamiento de la versión 7 de Java en el 2011. He tenido mucha suerte, pues no es frecuente que compañías de esta jerarquía se fusionen con frecuencia.

¿Qué es lo más apasionante de trabajar en una empresa como Oracle?

Uno de los aspectos más motivadores es la pasión con la que sus empleados y colaboradores se dedican al trabajo. Todos están convencidos de que están cambiando y mejorando el mundo. Recordemos que se estima que unos nueve millones de desarrolladores o programadores emplean las plataformas brindadas por Oracle. Es decir, el producto que administro día a día impacta en la vida de estas personas. Esto me apasiona. También quiero destacar que la cultura de Oracle se preocupa por no hacer sentir a uno como un mero engranaje. En ese sentido, mi jefe inmediato es una persona que comparte mucha información, le gusta delegar y me deja tomar decisiones. A veces no está de acuerdo conmigo, pero conversamos y llegamos a un entendimiento. Además, se asume que todos los trabajadores son expertos en lo que hacen. No hace falta demostrarlo.

¿Qué nuevos retos te esperan en Oracle?

Para una persona a la que le encantan las computadoras y la informática, laborar en Oracle es como mirar lo que hay detrás de la cortina de un teatro. Al principio ves caos, pero luego comienzas a comprender la lógica de la situación. Entonces, donde antes solo había desorden, uno empieza a reconocer las características de los procesos, lo que te permite anticiparte a determinadas circunstancias. Ser parte de Oracle aún me hace sentir como si fuera un niño en una juguetería. Todavía estoy aprendiendo y creciendo.

Oracle se ubica en Silicon Valley. Suena fascinante que vivas y trabajes en una zona conocida por concentrar las sedes de las empresas informáticas más innovadoras del mundo.

Cuando recién llegué, fue asombroso ver que estaban ahí todas las marcas de renombre: Facebook, Google, Cisco Systems, entre otras. Pero luego te acostumbras. Creo que estar en la posición en la que me encuentro actualmente se debe a una mezcla entre mi paso por buenas escuelas y universidades, el esfuerzo constante, la decisión de tomar riesgos y la apertura de los mercados de diversos lugares de los Estados Unidos para recibir a los extranjeros. Por su parte, en Silicon Valley se ha producido algo bien interesante: un círculo virtuoso en el que se ha juntado un grupo de personas con una misma visión innovadora. Incluso se ha generado en este lugar una suerte de economía propia que mejora el nivel de vida de los miembros de la comunidad, atrae a un número considerable de inversionistas y brinda facilidades a los emprendedores.

Previamente, obtuviste un MBA orientado a Tecnología de la Información y Transformación de Negocios en el MIT. ¿Qué es lo que más valoras de esta etapa?

En el MIT sentía que no me enseñaban algo nuevo, sino que cambiaban mi forma de ver el mundo. Ahí comprendí que una consultoría no se circunscribe solo al producto final, sino también al proceso. Así, mientras se lleva a cabo una consultoría, es como si se prendiera una luz sobre una empresa, gracias a lo cual los colaboradores terminan por comprender el funcionamiento de su propio negocio. Nada es tan fácil como para decir simplemente: “Esta es la solución”. También recuerdo a un profesor que, en lugar de exponer otra vez en qué consiste el márketing, optaba por explicar en dónde están las falacias de los economistas. Por ejemplo, estos especialistas suelen asumir que los consumidores actúan de forma racional, cuando en realidad esto ocurre eventualmente. Del mismo modo, valoro el enfoque de equipo fomentado por el MIT. Desde el primer ciclo, uno es asignado a un equipo conformado por personas de diferentes backgrounds. De esta forma, uno debe aprender a cooperar con distintos estilos de trabajo y de vida. Además, los profesores me incentivaban a probar funciones en las que, a priori, no era tan eficiente, con lo que descubría talentos que no había puesto en práctica debido a prejuicios o a miedos de diversa índole.

¿Siempre tuviste claro que la ingeniería de sistemas es lo tuyo?

Sucede que, desde chico, me han atraído las computadoras y me ha interesado comprender cómo funcionan las cosas. Además, veía la ingeniería de sistemas como una carrera con futuro que procesa mucha información, y ya sabemos que información es poder y riqueza.

¿Por qué elegiste la Universidad de Lima?

Porque es una excelente opción a nivel de formación académica que, además, me ofrecía una serie de beneficios que me permitían completar un posgrado en el extranjero. No tengo dudas de que la calidad docente en el Perú es excelente. Sin embargo, deseaba realizar un posgrado fuera del país a fin de enriquecer y ampliar mi visión sobre el mundo. De mi paso por la Facultad de Ingeniería de Sistemas también valoro las amistades que entablé. La mayoría de estos amigos son parte de mi network. Es espectacular ver a varios de ellos ocupando cargos de jerarquía en empresas de primera línea. Eso es un orgullo.