30 of October of 2019

Exitosa película ‘Deliciosa fruta seca’ es de egresada Ulima

Ana Caridad Sánchez se detuvo un día a pensar cómo sería su vejez, cómo se sentiría por todo lo actuado y por todo lo que nunca llegó a hacer. Eso la llevó a conversar con otras mujeres, a investigar sobre gerontología feminista y, finalmente, a escribir un guion para el cine.

Esa película, que ella misma dirigió, es Deliciosa fruta seca, y en ella actuó Claudia Dammert, gran actriz que ya no se encuentra entre nosotros. Ha ganado premios y ha permanecido siete semanas en cartelera, lo cual es una excelente carta de presentación para una película peruana.

Ana Caridad es egresada de Comunicación de la Universidad de Lima y, a continuación, nos cuenta todo lo que implicó hacer la película, cuánto la apoyaron las personas que creyeron en su trabajo y los planes que tiene para que más personas puedan verla.

¿Cómo fue la investigación que hiciste para esta película?
En primer lugar, me puse a buscar historias sobre mujeres mayores en el cine, pero me di cuenta de que ellas no están mucho en la pantalla: las mujeres mayores pasan a ser acompañantes, cuidadoras, mandaderas. Conversé con muchas mujeres y noté que hay muchas más viudas que viudos y que tanto la viudez como el divorcio son momentos de quiebre, a veces para hacer nuevos planes y renovarse. Así que con toda la información que recopilé, de empresarias profesionales y amas de casa, me puse a hacer una primera versión del guion.

¿Qué pasó después?
Al buscar financiamiento, muchos me preguntaban por qué contar la historia de una vieja de clase media alta o por qué no escribía la historia de una mujer más joven. No les parecía que una mujer mayor fuera un tema vendedor. Pero esa era la historia que yo quería escribir, que yo había investigado y que quería mostrar. Era la historia de una mujer que, al enviudar, decide volver a vivir. Al comienzo mi personaje tenía 80 años, después le bajé 20 años. El productor de esta película es mi esposo, Andrés Malatesta, y juntos decidimos que la actriz fuera Claudia Dammert. La contactamos, ella venía de su propio divorcio y, cuando le conté el guion, me dijo: “Estás contando mi historia”.

Encajó perfecta.
¡Perfecta! En ese momento se estaba reencontrando consigo misma, volviendo a armar su carrera y me puso en contacto con otras mujeres de su generación para seguir conversando, lo cual fue muy provechoso. Por otro lado, yo soy trujillana y quería que el personaje bailara marinera, además sentía que tenía que filmar en Trujillo.

¿Hasta qué edad viviste en Trujillo?
Yo vine de Trujillo a los 16 años para estudiar en la Universidad de Lima y desde entonces vivo acá. Pero tengo siempre una sensación de pertenencia a Trujillo, por eso mi mirada siempre es desde Trujillo y de eso depende mi manera de percibir la ciudad.

¿Cómo financiaste tu película?
Eso fue difícil. Nunca conseguimos que una empresa nos auspiciara. Todo lo que ganábamos mi esposo y yo lo invertíamos en esta película. También nuestros amigos cineastas nos apoyaron y los actores se comprometieron muchísimo. La ropa que usan en la película es casi toda de ellos mismos y la gente que baila marinera lo hace con su propio vestuario. Varios actores no cobraron y mucha gente prestó su casa para filmar. Podríamos decir que es casi un financiamiento colectivo.

Les ha ido muy bien en el cine y, además, han ganado premios, ¿no?
Nos ha ido muy bien, sí. En las salas la gente ha aplaudido, ha llorado, ha cantado, y algunas personas me han dado las gracias, porque la película ha contado su historia. La gente se ha conmovido, y eso es lo lindo del cine, que conmueva, transforme, provoque algún sentimiento. Deliciosa fruta seca ha estado 7 semanas en cartelera. Hemos pasado las Fiestas Patrias en el cine, lo cual es una de las cosas más difíciles. Entramos en 11 salas, tímidamente, y hemos visto pasar a Toy Story, Spiderman, Hombres de negro, Mascotas 2, Identidad, y hemos compartido una semana con Recontra loca. Estamos muy contentos por estos resultados, porque nuestra película se llevó a cabo con muy poco presupuesto y con una actriz que ya no está con nosotros. En esas condiciones, estar 7 semanas en cartelera es bastante significativo.

Además, ha ganado premios importantes.
Ganó el Festival de Cine Peruano en París, en el 2017. En el 2018 estuvo en la Semaine du Cinema Hispanique, de Clermont-Ferrand, Francia, donde ganó el Premio del Público. También hemos estado en Alemania y México con la película. Incluso ganó el Premio Nacional del Concurso de Posproducción 2016 de la Dafo, y luego el Premio Dafo de Distribución. Eso nos ayudó mucho para elaborar la estrategia de difusión y poder difundirla de la mejor manera.

¿Ahora qué toca?
Ahora tengo la idea de que la película entre a un circuito más democrático, quiero que se vea más. Pensamos hacer una exhibición itinerante que recorra el norte, de pueblo en pueblo, y poner una pantalla en las plazas para que mucha gente pueda verla. Luego viene la venta en DVD y en VOD.

¿Cómo te sientes con estos logros, y con la reacción de las personas que han visto tu película?
Me alegra mucho todo esto y haber investigado el tema de la mujer en la vejez. Me he informado de encuentros e investigaciones sobre gerontología feminista, y me queda claro que las mujeres no vivimos la vejez igual que los hombres. Si bien para ellos las canas pueden ser algo sexi o símbolo de sabiduría, a las mujeres nos hacen ver como personas que no servimos, en general, o que solo somos acompañantes. Sin embargo, la mujer puede continuar con sus propios sueños y metas a una edad avanzada. Si a esa edad le provoca aprender a tocar guitarra, pues adelante.

Muchas mujeres que se van acercando a la vejez son diferentes, más autónomas e independientes.
Por supuesto, las mujeres modernas tienen su propio espacio, no tienen un rol periférico, y las que vienen atrás, aún más. Nadie les va a imponer un rol. Yo misma estoy preparando mi propia vejez, quiero que sea mejor que la de mis ancestras, quiero tener un rol de protagonista y evitar decir: yo no hago esto porque estoy vieja.

Por lo pronto, estás aprendiendo a bailar marinera, lo cual no es común a tu edad.
Sí, estoy aprendiendo marinera. De niña lo intenté, porque soy trujillana y ahí todos aprenden marinera en el colegio, pero nunca lo logré. Hace un tiempo, le comenté a Hugo Vásquez, el galán de la película, que quería aprender y ahora tomo clases con él. El asunto es atreverse a hacer cosas, no autolimitarse.

¿Qué otras cosas has hecho desde que saliste de la Universidad?
Cuando terminé la Universidad, me fui a estudiar guion en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, en Cuba. Gabriel García Márquez fue mi profesor. Además, tengo una maestría en Comunicaciones, he trabajado mucho con Chicho Durant, he enseñado en algunas universidades y aún lo hago. He trabajado como guionista y como correctora de guiones en algunas series, en la producción de un documental del cual me siento muy orgullosa: Estado de miedo, de Pamela Yates, sobre la Comisión de la Verdad. He hecho investigación para gente que viene del extranjero y necesita ese tipo de trabajo. Además, tengo una pequeña empresa llamada Totora Producciones, junto con mi esposo, con la cual hacemos videos institucionales. Hicimos la estrategia comunicacional para Deliciosa fruta seca, es decir, para nosotros mismos y, aunque no sea muy delicado decirlo, considero que ha sido un éxito la manera como hemos manejado esto.

¿Qué recuerdos tienes de la Universidad de Lima?
Muy bonitos. Cada vez que vengo, me viene a la memoria el profesor Domingo Piga. Yo fui su jefe de práctica, aprendí mucho de él. Él acostumbraba reunir a los alumnos que se le acercaban a conversar. Sabía mucho de cine y teatro, nos contaba historias, algunas de personas que había conocido. Luego nos prestaba libros sobre esa persona, que obviamente devorábamos. Le gustaba mucho compartir con los alumnos y transmitir sus conocimientos. Iba más allá del aula, más allá de sus obligaciones como profesor. Esa es una de las experiencias bonitas que me dio la Universidad de Lima. He tenido muy buenos profesores. Recuerdo que los hijos de Julio Hevia y los de Óscar Luna Victoria estudiaban en el colegio de mis hijos, así que a veces nos veíamos y era muy simpático reencontrarme con mis profesores. Recuerdo que había una relación horizontal y de respeto con los profesores y mucho espacio para el diálogo.