24 de Noviembre de 2011

Prosa por verso

Entrevista a Luis Fernando Chueca, José Güich Rodríguez, Carlos López Degregori y Alejandro Susti Gonzales, autores de Umbrales y márgenes. El poema en prosa en el Perú contemporáneo, obra que ocupó el segundo lugar en la categoría Humanidades del VI Concurso Nacional del Libro Universitario.

¿Cuál es el papel del poema en prosa en la poesía peruana contemporánea?
L. F. Ch.: La intención de la investigación era justamente indagar eso, cómo es que el poema en prosa ha sido, desde la vanguardia y hasta incluso un poco antes de esta, una manera de trabajar la poesía que se escapa, en principio, de los patrones más arraigados. Lo que nos mostró este trabajo es que existía una presencia constante del poema en prosa, no que estuviera presente en un momento y luego se esfumara, y eso había permitido buscar, precisamente, algunas fronteras en el registro poético. Creo que resulta muy interesante cómo se exploran determinados caminos que ponen a la poesía en frontera con el ensayo, el relato y otros géneros.

¿Cómo surge el poema en prosa y cuáles son sus principales características?
A. S.: Encontramos el punto de partida en la poesía europea, a comienzos del siglo XIX, con el Gaspard de la nuit (1842), de Aloysius Bertrand. Se supone que ese es el primer libro de poesía en prosa, modelo que más adelante recoge Baudelaire en sus Pequeños poemas en prosa, que aparecen editados póstumamente en 1868. En la introducción de ese volumen, Baudelaire escribe que se halla en la búsqueda de un nuevo lenguaje poético que sea capaz de transmitir la experiencia del habitante de la ciudad. Los poemas, en general, hablan sobre la experiencia alrededor de la nueva urbe: París ha sido completamente transformada a mediados del siglo XIX y Baudelaire intenta plasmar en estos textos esa nueva forma de relacionarse el individuo con la ciudad, con el espacio urbano, con la calle. Luego, con la llegada del siglo XX y la vanguardia, la ironía, lo trivial, lo feo y lo grotesco ya están plenamente incorporados al arte occidental. Así que los poetas que escriben poemas en prosa se permiten más una experimentación lingüística, no solo estética; eso es lo que nos ha interesado en este trabajo.

¿Cuáles fueron los principales hallazgos que brindó la investigación?
C. L. D.: Si bien sabíamos que el poema en prosa tenía una presencia significativa en nuestra literatura, lo que nos ha permitido este trabajo y los autores que hemos revisado, desde Vallejo hasta la generación del 60, es definir que el poema en prosa es un espacio importante en nuestra tradición, pues se trata de un espacio adecuado para experimentar y buscar nuevas fronteras para la poesía. Incluso una parte importante de nuestro libro es aquella que observa cómo la poesía empieza a fusionarse, incorporar e invadir, inclusive, otros géneros. Por ejemplo, varios de los trabajos están relacionados con novelas que tampoco son exactamente novelas; es el caso de La casa de cartón, de Martín Adán, Las tres mitades de Ino Moxo, de César Calvo, o las novelas de Eielson. Por otro lado, la prosa es el discurso que puede recoger e incorporar cualquier tipo de lenguaje, incrustar en su seno todos los niveles lingüísticos. En ese sentido, este libro permite observar, primero, la importancia de estos autores y el valor que posee en la obra de cada uno de ellos el poema en prosa y, luego, la riqueza del poema en prosa como género para poder abrir las fronteras de la poesía. 

¿Existe algún punto en común entre la poesía en prosa de los autores analizados en el libro?
J. G.: Quizá todos los autores se parecen en el hecho de emplear el lenguaje y en el cambio de la forma. Es decir, romper con la versificación para entrar al campo de la prosa representa un cambio de estructura, de forma, y evidentemente las posibilidades que se abren son inmensas. Especialmente porque el poema en prosa es transgresor por naturaleza, y aunque quizá no se aprecie la transgresión en todos los autores de un modo tan radical, en algunos sí. Eielson, por ejemplo, es un autor que lleva ese carácter narrativo, y la prosa en sí, a un grado máximo. Hay otros autores con una visión un poco más contemplativa o reflexiva, tal vez. La reiteración, la simetría no existen en la poesía en prosa y aquello genera una gran libertad de acción. Autores como Abelardo Sánchez León utilizan el poema en prosa para preocupar a su entorno sobre lo que significa el hecho de escribir poesía, lo que es un indicio de la versatilidad del género, que nace con un espíritu de revuelta, revueltas que están destinadas a ser luego asimiladas por el sistema literario. El poema en prosa era absolutamente subversivo cuando nació, estaba visto por los críticos puristas como una abominación porque, para ellos, los géneros no podían mezclarse.

Publicado originalmente en la revista Noticias, n.° 176.